Fragua El Machuco

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Datos básicos

Clasificación: Patrimonio cultural

Clase: Patrimonio civil

Tipo: Conjuntos etnográficos

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Belmonte de Miranda

Parroquia: Belmonte

Entidad: Albariza

Comarca: Comarca del Camín Real de la Mesa

Zona: Occidente de Asturias

Situación: Montaña de Asturias

Código postal: 33837

Cómo llegar: Fragua El Machuco

Dirección digital: 8CMM7QX7+HQ

 

Fragua El Machuco

Nota: La foto que mostramos es sólo a efectos ilustrativos. Si observa algún error en el contenido, agradecemos use el formulario que hay a pie de página.

Descripción:

Acceso: La aldea de Alvariza, distante 2,5 km de la villa de Belmonte (capital del concejo), está situada a la orilla de la carretera AS-227 (Puente San Martín-Puerto de Somiedo).

Descripción: Como afirma José Manuel Feito Álvarez, notable investigador asturianista, el mazo es la máquina antigua más importante en la economía comercial astur, ya que el sistema de trabajo aventajaba en mucho al del simple herrero, dedicado, casi exclusivamente, a componer herramientas gastadas.

El mazo de Alvariza —de titularidad privada y declarado Monumento con fecha 1/9/1983—, llamado El Machuco por la existencia de un martinete, es una antigua fragua romana (una de las dos conservadas en Asturias), que está en muy buen estado de conservación y todavía es utilizada para realizar trabajos. No fue una ferrería de fundición sino de transformación. Aprovecha las aguas del arroyo Carricedo, o Pascual como lo llama el ilustrado gijonés Jovellanos, quien visitó el ingenio y lo cita en sus Diarios (20 de julio de 1792): «Casa de la Vega. Más adelante se encuentra un buen machuco movido por las aguas del río o arroyo Pascual, que baja del monte Unombre por la derecha y sirve para tirar el hierro para varios usos, de flejes, clavazón, etcétera. Sólo se hacen garfiellas porque no saben más. Los herreros del país pagan al llevador (el dueño es don José Peláez, forista de Belmonte) seis ducados cada año por uso de él para sus obras, poniendo ellos el carbón y aun concurriendo a quiebras menores».

En La artesanía popular asturiana, José Manuel Feito hace una precisa descripción de este mazo:

«Consiste en una cámara de agua o camarao, donde se almacena el agua apta para caer sobre las palas de la rueda giratoria. La válvula de cierre o maza es una especie de cono truncado cuya base ajusta y descansa sobre la misma canal, cerrando así la boca del desagüe. Lleva además un pivote hacia abajo y dos hierros a los lados que se desplazan por unas guías verticales con el fin de centrar el mazo. Las llaves del camarao son unas piedras pasantes sobre las que se elevan cuatro vigas de madera para contrarrestar el peso del agua sobre las paredes. Posiblemente es un resto de cuando todo el depósito era de madera. El mazo o válvula se abre por medio de la vara de arranque o palo horizontal que eleva el mazo al balancear cuando se tira de la cadena desde la fragua a través del canal o estolda, que gira apoyada por ambos lados en los cepos, especie de cojinetes incrustados entre dos tablones y aprisionados en el duernu. Las cuatro levas o malosobreiros en mitad del eje aprisionan el mango del martillo, elevándolo sobre dos bujes para hacerlo caer a cada paso entre leva y leva sobre la inca o yunque clavada en una viga de roble totalmente enterrada, apoyada asimismo sobre otras transversales también enterradas. El martillo pesará unos 60 kg. Los del Occidente astur, que tienen otros sistemas de golpear aunque en esencia son como el descrito, pasan de los 200 kg. Cuando el camarao está abierto, el agua discurre por la misma canal pero sin fuerza motriz por ser de poca cantidad. En el Occidente hay un canal o dirroucadoiro que desvía el agua hacia el río cuando la máquina no funciona. El herrero, una vez calentado el lingote o pieza en el rezagar, lo coloca sobre el yunque, labor que requiere una cierta especialización. El martillo, con rápidos y acompasados golpes, estiraba, ensanchaba o adelgazaba la pieza, quedando así dispuesto para que las fraguas procedieran a la fabricación de múltiples objetos de hierro.

»Había dos medios para avivar el fuego de carbón vegetal: la barquinera, especie de dos fuelles movidos por una ingeniosa combinación de piezas que transforman el movimiento circular de una rueda más pequeña que la del mazo, y que movida por agua hace que el movimiento giratorio se cambie en otro alternativo de sube y baja, que es el que mueve los fuelles; y las trompas (Flórez Estrada las llama «máquinas soplantes»), consistentes en tubos verticales empalmados a otros horizontales que se dirigen al hogar, y por donde circula el aire que sale impulsado hacia el fuego al hacer caer por los verticales un chorro de agua desde la parte alta del martinete».

Fuente: Ayuntamiento de Belmonte de Miranda y La artesanía popular asturiana (José Manuel Feito, Ayalga Ediciones, Salinas - Asturias, 1986)

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